
Asturias
El hombre carece de las armas naturales de los depredadores y a lo largo de la historia no le quedó más remedio que fabricar utensilios para poder cazar con el fin de alimentarse.
01/02/2015 | El Comercio Digital | GUILLERMO FERNÁNDEZ
Así, en un breve periodo de tiempo, de apenas 40.000 años, se pasó de la flecha y la lanza, con alcance mortal no más allá de 30 metros, al rifle con mira telescópica y punto rojo, capaz de derribar a una pieza al galope por encima de los 300 metros y a casi un kilómetro en situaciones óptimas de rececho.
Hoy no se caza para comer y la actividad cinegética se convirtió en un deporte que cada día cuenta con menos practicantes y en el que la edad media del cazador supera los 50 años. Son bastantes los que opinan que a lo largo del siglo XXI el cazador dejará de existir y serán los policías locales, bajo el control de los ayuntamientos, quienes se encarguen de diezmar las poblaciones de la fauna salvaje. Eso ya sucede en Berlín, con 10.000 jabalíes viviendo en el interior de la ciudad.
En la comarca hay cazadores nostálgicos y amantes del entorno rural de hace apenas 60 años. Uno de ellos, Miguel Rosete Rosete, parragués por haber nacido en la aldea de Sinariega, y riosellano, por los muchos años de actividad comercial en la villa de Ribadesella. Él prepara para el sábado 7 de febrero una cacería de jabalí a la antigua usanza en el lote de Sinariega, del coto de La Parraguesa.
Van a participar 25 cazadores y diez monteros encargados de conducir la jauría. No podrán utilizar rifles, ni emisoras, ni desplazarse en coches todoterreno. Los cazadores calzarán chanclos, llevarán zurrón, boinas y trompetas para comunicarse. Tampoco faltará la tradicional bota de vino ni el queso y la hogaza de pan. Los que vayan a disparar tendrán que utilizar exclusivamente escopetas de los calibres 12, 16 o 20, de esas que cargan balas no en vainas metálicas sino en cartuchos de cartón.
La única modernidad que estará permitida es el uso de chalecos reflectantes, una prenda de uso obligatorio por ley para mayor seguridad en el desarrollo de la montería.
Hoy no se caza para comer y la actividad cinegética se convirtió en un deporte que cada día cuenta con menos practicantes y en el que la edad media del cazador supera los 50 años. Son bastantes los que opinan que a lo largo del siglo XXI el cazador dejará de existir y serán los policías locales, bajo el control de los ayuntamientos, quienes se encarguen de diezmar las poblaciones de la fauna salvaje. Eso ya sucede en Berlín, con 10.000 jabalíes viviendo en el interior de la ciudad.
En la comarca hay cazadores nostálgicos y amantes del entorno rural de hace apenas 60 años. Uno de ellos, Miguel Rosete Rosete, parragués por haber nacido en la aldea de Sinariega, y riosellano, por los muchos años de actividad comercial en la villa de Ribadesella. Él prepara para el sábado 7 de febrero una cacería de jabalí a la antigua usanza en el lote de Sinariega, del coto de La Parraguesa.
Van a participar 25 cazadores y diez monteros encargados de conducir la jauría. No podrán utilizar rifles, ni emisoras, ni desplazarse en coches todoterreno. Los cazadores calzarán chanclos, llevarán zurrón, boinas y trompetas para comunicarse. Tampoco faltará la tradicional bota de vino ni el queso y la hogaza de pan. Los que vayan a disparar tendrán que utilizar exclusivamente escopetas de los calibres 12, 16 o 20, de esas que cargan balas no en vainas metálicas sino en cartuchos de cartón.
La única modernidad que estará permitida es el uso de chalecos reflectantes, una prenda de uso obligatorio por ley para mayor seguridad en el desarrollo de la montería.